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alimentación, Dieta, España, Mediterránea, Ministerio de Sanidad, nutrición, obesidad, subnutrición, UNESCO
Si les digo que la cantidad de energía recomendada al día es de 1.800Kcal, seguramente la mayoría no sabrá bien cómo trasladar este valor a la práctica, yo tampoco. Pero si les digo que para llevar una dieta nutritiva, es decir que cubra nuestras necesidades según nuestra actividad física, solamente debe seguir la Dieta, nuestra dieta, Mediterránea, sí que deberían entender a lo que me refiero. Y digo deberían, porque cuando leo que, según la OMS, 475 millones de adultos en el mundo son obesos y que entre 50-60 millones de niños con edad escolar, también lo son; creo que, en la actualidad, sabemos o practicamos muy poco dicha dieta.
La Dieta Mediterránea, considerada desde el 2010 como Patrimonio Inmaterial de la UNESCO, ha sido una forma de vida saludable en nuestro país. Nuestros abuelos, sin haber sido educados para ello, sabían perfectamente qué debían comer, si podían claro, para estar bien alimentados, y estos conocimientos que sus hábitos de vida y el sentido común les habían otorgado, eran transmitidos a las siguientes generaciones. En la actualidad, la mayoría de los adultos no es que hayan olvidado el olor a puchero, sino que han cambiado la definición de alimentación, selección de los alimentos que conforman la dieta obteniendo así la energía y los nutrientes indispensables para la vida, por la de sobrealimentación, consumo excesivo de alimentos en relación de las necesidades energéticas, y además sin tener en cuenta el producto.- Me refiero, por supuesto, a sociedades del primer mundo, en el tercero son más de 850 mil personas las que viven con subnutrición- Esto, por supuesto, repercute directamente en la salud de sus hijos, una generación que en España, según el Ministerio de Sanidad, el 26,1% es obeso y además no han recibido ningún tipo de modelo alimenticio a seguir en sus casas.
Los expertos nutricionistas y las instituciones sanitarias ponen todo su empeño para que la Dieta Mediterránea vuelva a los hogares y, como consecuencia del desarrollo de la sociedad, se imponga en los menús de los comedores escolares. Un trabajo duro y difícil si contamos con que no solo deben instruir a cada persona, sino que también deben luchar contra malos hábitos y actitudes alimenticios cuya responsabilidad recae en el individuo y en la sociedad. Una sociedad donde la persona es juzgada por su peso, donde existen trastornos alimentarios, donde las marcas se aprovechan de nuestros miedos y en la que se bombardea a las personas con dietas milagro. Una sociedad donde, paradójicamente, su alimentación conduce a la muerte, y que en definitiva, debe reflexionar.
Hasta que una reflexión, profunda y sosegada, se lleve a cabo, informar y educar sobre las capacidades de la Dieta Mediterránea para prevenir y combatir tales problemas, parece un buen comienzo.